FANECA

domingo, 30 de mayo de 2010

Un comentario sobre el escrito de la Dra. Araceli Mangas

(Pasamos aquí, a primera plana, uno de los interesantes comentarios a que dio lugar el escrito de la profesora Araceli Mangas que aquí recogimos hace unas semanas. Para que siga el debate).
Bueno, soy jurista de la Academia y siempre he admirado mucho a la Profesora Mangas… y lo sigo haciendo.
Resumiendo, creo que hay mucho de verdad en lo que dice.
No obstante, hay otros pocos pasajes del artículo más cuestionables:
1) Las solicitudes de estancias en el extranjero comprenden el mes de agosto sencillamente porque es el más compatible con las tareas docentes.
2) No es por lo común cierto que las bibliotecas de las universidades extranjeras no estén accesibles ese mes. No me creo que la profesora Mangas no haya constatado esto por sí sola. No sabría decirle sobre las norteamericanas, pero en todo caso se trata de un país mucho menos frecuentado por los juristas que por otros investigadores, a salvo por especialistas del área, muy minoritaria en el ámbito del Derecho, que profesa la Dra. Mangas. Luego conviene decir la verdad, pero no exagerar deliberadamente.
3) De ninguna manera un acopio bibliográfico extranjero serio y riguroso puede hacerse desde el ordenador “de casa”, ni siquiera hoy día, como sugiere Doña Araceli, salvo que, de nuevo, se trate tal vez de su particular (y, repito, muy minoritaria) especialidad de estudio. Para investigar es preciso acudir a las fuentes y las del Derecho extranjero se encuentran en los respectivos países, quiera o no la Sra. Mangas. Es más, para comprender con suficiencia un ordenamiento foráneo no basta recopilar artículos durante un mes sino que conviene realizar estancias más prolongadas en las que se capte la esencia de los sistemas jurídicos, parte, al fin, de la cultura. No comparto en absoluto la simplificación propuesta por esta prestigiosa profesora consistente en que baste para que se pueda “pontificar” sobre instituciones jurídicas paridas a base de siglos en cualquier país con leer los materiales que hay en Internet sobre el mismo.
4) Por último, la prudencia más elemental aconseja que si no se tienen datos precisos y corroborados (o se tienen pero no se quieren aportar) sobre la práctica de parecidas corruptelas a las descritas por la autora en el ámbito de la investigación en ciencias experimentales, lo mejor es no decir nada: tirar la piedra y esconder la mano no resulta práctica muy recomendable ni seria. Desde luego, si sabe algo la autora, está tardando, en mi opinión, demasiado en escribir un artículo como el que nos ha obsequiado sobre la investigación jurídica. La sociedad se lo agradecerá, como agradece sin duda este otro.
El resto es, por mi experiencia, muy cierto. Y es un escándalo.

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